26 de abril de 2020



El COVID-19 y el cáncer ginecológico

Por Dr. Salim Abraham Barquet-Muñoz, ginecólogo oncólogo, coordinador de Clínica de Displasia del INCan

Actualmente, la pandemia COVID-19 que estamos viviendo, trae consigo muchas consecuencias para la salud, sobre todo en pacientes que tienen una enfermedad o un padecimiento preexistente, como el cáncer ginecológico, que sigue siendo una enfermedad que preocupa y afecta a las mujeres mexicanas, debido a que implica un verdadera reto el ser diagnosticado para darle un manejo tempranos.

Por esta razón, distintos organismos internacionales, como la Sociedad de Ginecología Oncológica y el International Journal of Gynecological Cancer han creado algunas recomendaciones para ayudar en la toma de decisiones durante la pandemia actual que estamos viviendo.

Antes que nada, resulta fundamental establecer el abordaje y manejo de forma multidisciplinaria, lo que ayudará a que el médico tratante y el paciente tomen la mejor decisión para su tratamiento.

Asimismo, esta decisión dependerá del tipo de cáncer, la normatividad nacional e internacional, la fase de la pandemia y la disponibilidad de recursos.

El principal objetivo es poder realizar un diagnóstico temprano o detectar a tiempo las recurrencias y, al mismo tiempo, disminuir en lo posible la exposición no indispensable, los procedimientos de alto riesgo de complicación y uso de terapia intensiva.

A continuación, se muestran algunas recomendaciones para las neoplasias ginecológicas más frecuentes:

1) Se recomienda atender únicamente a pacientes de primera vez o que tengan una necesidad imperativa para ser atendidos personalmente. Los seguimientos de forma personal no son indispensables en este momento, y es la consulta en línea una alternativa. En caso de que haya necesidad de una consulta personal, se deben realizar las recomendaciones de distanciamiento, lavado de manos, disminución, en medida de lo posible, del contacto físico, así como restringir el acompañante a un solo familiar.

2) Debido al largo tiempo de progresión de las lesiones premalignas del cuello uterino, se sugiere retrasar la atención para tamizaje y tratamiento de 3 a 12 meses dependiendo del tipo. Para cáncer del cuello uterino en etapas tempranas, en donde el tratamiento quirúrgico es la piedra angular, se puede posponer la cirugía entre 6 y 8 semanas, pero se pueden llevar a cabo antes si se resuelve la crisis. Para las etapas avanzadas, en las que el tratamiento consiste en radioterapia concomitante con quimioterapia y braquiterapia, lo ideal es no posponer el tratamiento en pacientes COVID-19 negativas.

3) Si la paciente tiene un tumor de ovario con factores clínicos, de imagen y laboratorios con alta sospecha de malignidad, se puede realizar el manejo quirúrgico inicial, siempre y cuando se tomen las precauciones para disminuir alguna complicación.

4) En pacientes con cáncer de ovario avanzado ya diagnosticado, se recomienda el uso de quimioterapia de forma inicial, pero si ya lo inició, se pueden completar los seis ciclos del manejo con quimioterapia y, posteriormente, evaluar el procedimiento quirúrgico.

5) El manejo del cáncer de endometrio también es quirúrgico en la mayoría de los casos. Si la paciente es de bajo riesgo, se recomienda un tratamiento con hormonoterapia de forma inicial, mientras pasa la crisis sanitaria. Para los de alto riesgo se puede optar por realizar la histerectomía con salpingooforectomía y ganglio centinela. Por último, para las etapas avanzadas, se puede optar por quimioterapia de forma inicial y valorar la resección quirúrgica posteriormente.

Cabe destacar que estas recomendaciones deben establecerse de manera individual para cada paciente.

Para evitar un contagio con COVID-19, las principales recomendaciones son continuar con el distanciamiento social en la medida de lo posible y tener una higiene adecuada, siguiendo las recomendaciones de los distintos organismos sanitarios.

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